MAYORDOMOS EN EL NUEVO TESTAMENTO
Las dos palabras básicas para “mayordomo” en el Nuevo Testamento son epitropos, que aparece tres veces, y oikonomos, que se presenta diez veces.
Ambas palabras describen puestos que incorporan responsabilidades administrativas que el propietario le confía al mayordomo.
Tanto en el Nuevo Testamento como en el Antiguo Testamento, los mayordomos se definen por lo que hacen. El Nuevo Testamento describe específicamente al mayordomo en términos de rendición de cuentas y expectativas (Luc. 12:48 ( CB ) ; 1 Cor. 4:2 ( CB ) ). Sin embargo, el Antiguo Testamento se enfoca más en declarar el dominio de Dios que en definirnos directamente como sus mayordomos.
Por ende, si bien el concepto de mayordomo es muy similar para ambos Testamentos, el Nuevo expande el concepto más allá de la administración doméstica.
En la parábola del mayordomo infiel (Luc. 16:1-15), Jesús amplía la definición. La lección va más allá de un mayordomo que escapa de un desastre administrativo. También se aplica a quienes escapan del desastre espiritual mediante una sabia manifestación de fe. Un mayordomo sabio se preparará para después del regreso de Jesús, más allá del aquí y el ahora (Mat. 25:21).
Lee 1 Corintios 4:1 y 2 ( CB ) ; Tito 1:7 ( CB ) ; y 1 Pedro 4:10 ( CB ) . ¿Qué nos dicen estos textos acerca de los mayordomos y la mayordomía?
“¿He de abrir mi corazón al Espíritu Santo a fin de que se despierte cada una de las facultades y energías que Dios me ha confiado? ¿Pertenezco a Cristo y estoy ocupado en su servicio? ¿Soy un dispensador de su gracia? (EC 426).
En Lucas 12:35 al 48, Jesús también utiliza el término “mayordomo” en forma metafórica. Dice que el mayordomo sabio está listo para el regreso del Hijo del hombre y describe al mayordomo infiel como alguien que ha dejado de preocuparse porque el amo demoró su regreso. El mayordomo infiel se ha convertido en un tirano y se ha vuelto abusivo con los que le rodean. Ya no es un modelo de buenas obras, ni un administrador de la gracia.
Cuando aceptamos a Cristo, somos mayordomos, llamados a administrar los recursos de Dios. Más aún, debemos administrar las realidades espirituales de la vida cristiana en preparación para el cielo.
Lee Lucas 12:45. Como adventistas del séptimo día que, a menudo, luchamos contra la sensación de “demora”, ¿por qué debemos ser especialmente cuidadosos para no caer en este engaño?